El reciente edificio finalizado del número 56 de Leonard Street en Manhattan, rompe con el esquema monótono y seriado que en ocasiones nos puede eludir los edificios en altura, fundamentalmente con las soluciones "anónimas" del muro cortina de vidrio.
Con esta propuesta, se evita dicha repetición, haciendo un edificio no sólo icónico en el skyline, sino enfatizando su carácter propio como sello de identidad.
Como cajas apiladas, cada nivel (acentuado en las plantas superiores) desliza uno sobre otro, como un juego de volúmenes que emergen del núcleo central, aparciendo así distintas terrazas y dobles alturas, lo que hace diferentes cada una de las viviendas del edificio.
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